¡Mierda, mierda, Mierda! ¡Que se rompan los huesos!: ¡El Repo debe continuar!

¡Mierda, mierda, Mierda! ¡Que se rompan los huesos!: ¡El Repo debe continuar!

Sabían que, para un artista, desearle buena suerte ¡es todo un problema!

Desde siempre, me ha llamado mucho la atención lo que se sufre en el teatro, por la suerte. Para los teatreros, el desearse buena suerte es el peor de los augurios, existen supersticiones variopintas como el color que pueden vestir hasta los hechos que no deben suceder, para que una obra sea perfecta.

Y creo que más aún, si entre todas sus variables está lo desconocido, no hay espacio para la improvisación. El Repo (como le decimos con cariño), no deja espacio para el juego, ya que como en el teatro cuenta con: recursos humanos, vestuarios, escenografía, posibles factores inesperados, y tantas otras cosas por ver, las cuales deben estar tan perfectamente sincronizadas, para que todo salga bien.

Pero la variable que un artista nunca puede controlar, y mucho menos en el Repo, es su público: es decir, lo dará todo hasta que guste su obra o quede solo en las tablas.

El repositorio, considero, es un reto para cualquier artista, una obra que despierta miedo hasta que se abraza con él. Es un teatro extraño, donde silbamos para ver qué sucede, donde nos vestimos de amarillo como color favorito en toda la interfaz, donde apuñalamos la monotonía y el orgullo como a Macbeth, donde rondan fantasmas en el servidor, los cuales lo hacen caer a medianoche, después de un buen baile en las tablas, por supuesto.

Sin embargo, el fantasma más encantador es el que aplica en la matriz de los datos. Es tan difícil de digerir en un delicado balance, casi como decir un «buena suerte». ¿Cómo funciona? es algo bastante complicado.

Crear una colección implica tanto más de lo imaginado, y llegar hasta su publicación es otro tanto que definitivamente se lleva horas de trabajo creativo, para hacer crecer una colección. Acá se rompen muchas reglas, las piedras de muchos otros lugares para desafiarnos a crear algo nuevo y desconocido, porque aquí, en el Repo, lo nuevo no genera miedo, es un reto para destruir, para conquistar.

Para mí, el Repositorio abre los brazos a ese arte tan peculiar de describir, el que doma las bestias de la normalización, las incontrolables y abominables variables como las que podríamos encontrar en una obra de teatro. Hay demasiados puntos por ver, un recurso informático lleno de complejidades por mantener, y miles de usuarios a los que quizás nunca veré, pero quienes felices disfrutan del Repo.

Durante cuatro años fui algo más que un simple TI (Técnico informático) para esta aplicación web, la cual hoy recibe unos miles más de espectadores, de los que jamás esperé. Esta realidad no es obra de una sola persona, es resultado de amor, pasión y talento proveniente de fuentes exóticas, las cuales dan resultado a lo que realmente vemos hoy.

Contamos a lo largo de los años con mentes diversas y disonantes, sedientas de hacer y crear, como lo fueron nuestros asistentes. Ellos y ellas, estuvieron nutriendo cada día nuestra experiencia al crear y romper esquemas. Así le han abierto los ojos a esta propuesta para buscar nuevos caminos desafiantes, con tal de converger en los esfuerzos de muchos otros, que buscan difundir el arte de Centroamérica y su patrimonio cultural.

A todos ellos/as hoy les digo gracias, gracias, gracias.

Hoy me voy, lo extrañaré, pero sé que está en buenas manos, porque el caos para el Repo no es nada que produzca miedo, porque el Repo ya pasó por donde asustan, entre tantos intentos fallidos con nuestra accidentada Centroamérica, los cuales lo han forzado a reinventarse y reflexionar hacia dónde va. No le importa mucho el cómo lo hará y menos pensar en qué vendrá.

Por eso, con mucho cariño, le deseo que se rompa los huesos al Repo, y grito con él: ¡Mierda, mierda, mierda!, Para que cada día viva el arte y en él, para que el arte se pueda ver.

Por Christian Zamora Rodríguez


Con esta entrada en nuestro blog, Christian Zamora Rodríguez, se despide del Repo, donde ha sido el encargado técnico por 4 años, con una reflexión llena de delirios y sueños, de un baile bien bailado.

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